Roxana Barrantes: “Esto que vivimos no es una economía colaborativa, sino una economía digital”

Texto original en PuntoEdu: https://bit.ly/2OmevQL

¿Cómo observa el boom de las economías colaborativas a través de Internet?

Creo que es espectacular que Internet nos abra tantas posibilidades para hacer transacciones. El problema es que todavía no terminamos de comprender qué está detrás. Cuando nosotros usamos una plataforma como Uber, no sabemos exactamente qué contratamos o cuál es el ámbito de nuestros derechos. Creemos que vamos a ubicar un carro rápidamente y asumimos que ha pasado un test de seguridad, etc. Pero no necesariamente es así.

¿A qué se debe que empresas como AirBnB, que no cuentan con un solo establecimiento, tengan mayor valor que grandes cadenas hoteleras?

Parte de la demanda de los consumidores. Uno de los elementos más importantes en las transacciones, y esto es una lectura totalmente económica, es la información. Tú necesitas información del bien, sus características, dónde lo encuentras, etc. Lo que hace Internet es bajar los costos de búsqueda para encontrar a los proveedores de bienes específicos. Así surgen oportunidades para generar espacios de intercambio masivo, que son las denominadas plataformas.

En una sociedad que camina hacia la “uberización” de la economía, ¿qué escenarios se crean? En todo caso, ¿qué considera mejor: la regulación de estos sistemas o que el mercado se encargue?

El mercado se puede encargar de algunas cosas pero de otras no. Por ejemplo, no se va a encargar de todo aquello que tiene que ver con la cohesión y el bienestar social. El mercado se ocupa de los bienestares individuales, pero hay algunos que no lo son, como los sistemas de salud, por ejemplo. Allí entra a tallar la protección laboral que, considero, no sería una responsabilidad del empleador, sino de la sociedad. Es parte del contrato social que nos une en una determinada lejurisdicción. Como sociedad, queremos que el Estado nos dé seguridad. Si la regulación va a ir hacia los temas de seguridad, es bienvenida. Pero si van a poner burocracia (regístrate, revisa el carro), pienso que eso se va a regular solo. Si quiero un carro de menor calidad, tomo el taxi de la calle. ¿Qué se exige a la empresa? Todo aquello que tenga que ver con que el pasajero pueda subir a ese vehículo y se sienta seguro. Los clientes tenemos un poder compensatorio al evaluar el servicio.

¿Y de qué manera la sociedad podría hacerse responsable de la protección de los trabajadores en espacios como las plataformas de negocios digitales?

Allí es donde aplicaría una idea revolucionaria. Tú no tienes por qué estar contratando seguros de salud, ni nada por el estilo, ni tu empleador debe aportar para tu seguridad social. Lo que tienes que hacer es crear un sistema de salud estatal que cubra a todos los ciudadanos, como derecho. ¿Cuándo tenemos algo que decir sobre el gasto en defensa? Nunca. Pero sí somos responsables de la salud. Si eres pobre y te da cáncer, te mueres sin atención. ¿Por qué nuestra sociedad debe tolerar eso? En un contexto donde la salud y los sistemas de pensiones son un derecho cubierto por el Estado, “uberizar” la mano de obra no importa. El problema es que Thatcher y Reagan nos hicieron pensar que son responsabilidades privadas, cuando en realidad son parte de lo que nos une como ciudadanos.

¿Cuáles son las proyecciones de este tipo de negocios y del consumo colaborativo? ¿Considera que son colaborativos?

Yo no les llamo economías colaborativas, sino gig economy, relaciones donde alguien necesita un servicio y otra se lo brinda. Internet es un ejemplo de plataforma de intermediación que, en el lenguaje del siglo XVIII, sería vista como ‘trabajo a destajo’ o ‘a  pedido’. Esto que vivimos no es una economía colaborativa, sino una economía digital, una nueva manera de organizar el trabajo con un espacio enorme para crecer. No en vano las empresas más grandes tienen que ver con esto. Amazon es la más grande, ¿qué hace? Intermedia. Puedes comprar cualquier cosa en esa plataforma. Lo que hace es juntar información. Creo que necesitamos prepararnos mucho más como colectividad académica, hay muy poca materia gris peruana metida en esto. Las grandes decisiones se toman en 20 sitios, y tenemos muy poca voz y participación en el ámbito internacional.