Lee la columna escrita por nuestra investigadora principal, Roxana Barrantes, para Juego de Caigua► https://bit.ly/3JtPUUD
Ahora, algunos hallazgos que dan cuenta de diversos retos económicos de las personas LGBTI+.
Preguntemos cuán racista, discriminador o machista es un peruano cualquiera, y las encuestadoras reportarán la respuesta más común: “Yo no lo soy, pero sí vivimos en una sociedad racista” (o discriminadora o machista, reemplace usted, lectora o lector).
Así, medir la discriminación se ha convertido en un ejercicio atractivo para quienes trabajamos en ciencias sociales y buscamos ofrecer evidencia para sustentar políticas públicas que plasmen en la realidad, y no solo en la letra de la Constitución, nuestra igualdad ante la ley. (En los países desarrollados ya se ha avanzado en esto de manera importante, y a ello dedicaremos el jugo de la próxima semana).
Los estudios sobre la población LGBTQ+ son escasos en países en desarrollo. Recientemente, el BID ha emprendido un esfuerzo importante para realizar varios estudios con métodos económicos rigurosos y confiables para dar cuenta de la realidad de esta población. Estos estudios alimentaron la nota técnica de la publicación Hacia un mejor entendimiento de la discriminación por orientación sexual e identidad de género, cuyo contenido se puede leer aquí. Así, diversas instituciones de América Latina investigaron sobre las desigualdades de la población LGBT en Bogotá, la medición del tamaño de la población LGBT y la homofobia en México; imágenes para mejorar la tolerancia, sobre los hijos de parejas del mismo sexo en Colombia, sobre la población adolescente LGBTQ+ en Buenos Aires, sobre la población LGTBQ+ en el mercado laboral de Ecuador, y sobre la discriminación en el mercado de alquileres.
La investigación sobre el mercado de alquileres puede ser encontrada en este reciente estudio del CEDLAS. Debo anotar que el CEDLAS, o Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales de la Facultad de Economía de la Universidad de La Plata (Argentina), es uno de los centros de investigación económica más prestigiosos del continente, y que su estudio ha medido la discriminación que enfrenta la población LGBTQ+ en cuatro países de América Latina: Argentina, Colombia, Ecuador y Perú. El método utilizado es experimental: parejas ficticias enviaron consultas a administradores de propiedades de una plataforma en línea. Las parejas podían ser heterosexual, de hombres gay, o heterosexual donde la pareja femenina era trans, y solicitaban una visita a la propiedad. Se eligió a las dos ciudades más grandes de cada país, por lo que en Perú fueron Lima y Arequipa las urbes seleccionadas. Para corroborar la magnitud de la posible discriminación se varió la información socioeconómica de las parejas que era facilitada con la consulta. Por ejemplo, una pareja con mujer trans podía informar sobre la calidad de su empleo, y una pareja heterosexual podía interesarse por la misma vivienda declarando el mismo tipo y calidad de empleo. Podríamos sospechar de discriminación si a la pareja con mujer trans nunca se le respondía, cuando sí se le respondía a la pareja heterosexual. Los estudios experimentales permiten estas y otras variaciones, así como focos de análisis, por lo que imagino que los economistas interesados en estudios sobre discriminación y en métodos experimentales encontrarán este documento muy útil.
Los resultados son muy interesantes ya que no se encuentra evidencia de discriminación contra las parejas de hombres gay, comparadas con las heterosexuales; pero sí contra las parejas que incluyen a una mujer trans. Concretamente, comparadas con las parejas heterosexuales, las parejas trans recibieron un 19 % menos de respuestas en todos los países; cifra que sube a 33 % cuando solo se examina al Perú.
En cuanto a respuestas positivas a nivel de toda la muestra, las parejas trans reciben un 23 % menos invitaciones en relación con las parejas heterosexuales. Pero este efecto ya no tiene significancia estadística cuando se ven los datos de Perú.
La evidencia muestra que se avanza, aunque lentamente, cuando nos comparamos con nuestros países hermanos.