Lee la entrevista realizada a nuestro investigador principal, Rául Asensio ► https://bit.ly/2SN36Yo
El pasado prehispánico palpita en el Perú del siglo XXI, de los smartphones y de la alta sintonía de las audiencias de los tribunales vía Justicia TV. Basta con citar al nuevo alcalde de Lima Metropolitana, Jorge Muñoz Wells, cuando el miércoles 2 levantó el varayoc –símbolo del poder en el orbe precolombino– y solicitó a tirios y troyanos trabajar sin enfrentamientos y en forma cooperativa, “como nos enseñaron los antiguos peruanos”.
Otros dos ejemplos; en la costa norte, la presencia de excavaciones arqueológicas redefine la identidad de los pueblos a partir de su reconocimiento como hereditarios de las culturas precolombinas (la ciudad de Lambayeque, con el legado mochica, es una de las más evidentes apuestas y apropiación de la población) o el famoso logotipo rojo de la Marca Perú –lanzada en el 2011– que se inspiraba en un petroglifo encontrado en el sitio arqueológico de Caral.
“El Perú es uno de los países donde existe mayor vínculo entre la población y su pasado. Hay vínculo afectivo. La presencia que tiene en los relatos de la nación en el Perú es mucho mayor que en la mayor parte de los países: tiene presencia en actividades académicas, políticas, y eso se debe a la manera particular en que se ha construido aquí esa relación particular entre nación y pasado prehispánico”, explica Raúl H. Asensio, autor de Señores del pasado. Arqueólogos, museos y huaqueros en el Perú (Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2018).
Esta relación con alta “intensidad” entre Estado-arqueología, que se considera “natural”, tiene más de 80 años y se la debemos al Padre de la Arqueología Peruana, Julio C. Tello. “La naturalización del vínculo entre la Arqueología y el Estado es una relación simbiótica que le permite al Estado tener un relato sobre su propio pasado y darle legitimidad”.
Y el fuerte potencial simbólico que representa la Arqueología para los políticos, explica Asensio, se debe al discurso construido por Tello de que el pasado prehispánico es el verdadero Perú, un tema que será motor en la construcción ideológica de los movimientos políticos desde el siglo XX, incorporando referentes prehispánicos o de referentes extraídos de la Arqueología en la política peruana.
Centros más cercanos
Durante su primer discurso, el alcalde Muñoz Wells ha anunciado que busca gestionar más “áreas de disfrute común”, “espacios colectivos con entornos más seguros”, para los más de 10 millones de vecinos de Lima. Muñoz dijo que su gestión trabajará de la mano con el Ministerio de Cultura para que los centros arqueológicos de la ciudad [las huacas] sean “núcleos de recreo y esparcimiento”, y se pongan en valor estos espacios.
Para el doctor Luis Lumbreras, se trata de una iniciativa interesante. “El problema va a ser, y que puede resolverse, el tipo de cuidados que se tendrán para no afectar al monumento en sí mismo. Si está planeado para ser equivalente a la huaca Pucllana, pues, adelante. En cambio, si es que se hace equivalente a la huaca Pan de Azúcar (Huallamarca), en San Isidro, definitivamente que no, porque destruyeron la huaca. Depende de la iniciativa que se tome. Lo que importará son las medidas para cuidar el patrimonio”, opina.
El Ministerio de Cultura es la entidad del Estado encargada de velar para que se mantenga el cuidado de las huacas desde que se declaró patrimonio mundial a Lima.
El doctor Lumbreras recuerda que la alcaldesa Susana Villarán promovió en su gestión el programa de conservación de patrimonios culturales, entre ellos la recuperación de la huaca Palomino, que incluía las actividades culturales en estos espacios, pero esta iniciativa quedó en el olvido durante la reciente gestión de Luis Castañera, lo que es “un peligro” porque “se habilita la huaca para su uso público, y luego, al abandonarse ese planteamiento, ese lugar se convierte en un lugar de nadie y se destruye el patrimonio”, advierte.
El director del proyecto arqueológico Incahuasi-Cañete, Alejandro Chu, espera que el alcalde Muñoz sea asesorado adecuadamente en este tema por arqueólogos. Es escéptico porque ha tenido malas experiencias con los políticos: no han permitido la continuidad de los proyectos arqueológicos. Menciona el caso del centro arqueológico de Bandurria (Huacho), donde trabajó cerca de 10 años, primero, con el gobierno local y, luego, con el regional, “pero no les interesó el tema; y hubo momentos en que no teníamos ni qué comer”. “Desde hace décadas, el patrimonio arqueológico es la última rueda del coche en este país, carecemos de un plan”.
Iniciativas arqueológicas
Como el doctor Lumbreras, Chu también reconoce a la huaca Pucllana, a cargo de la arqueóloga Isabel Flores, como un modelo de compromiso de la gestión de la municipalidad de Miraflores a lo largo del tiempo. Opina que la mayoría de los proyectos arqueológicos fracasan por la carencia de planes al respecto, y los que existen se deben a iniciativas personales y a una lucha a capa y espada con gestiones anuales que van más allá del campo de la investigación; uno de los más emblemáticos es el de la doctora Ruth Shady y el sitio arqueológico de Caral; las huacas del Sol y la Luna se deben a la gestión del desaparecido Santiago Uceda; el proyecto de Sipán, a Walter Alva. En el caso de la gestión Castañeda, recuerda que el cuidado de la huaca Garagay, en San Martín de Porres, se debió a la tenacidad del arqueólogo Héctor Walde y su equipo.
¿Podrá darse espacio al capital privado en esta propuesta de revalorización de las huacas limeñas? Para el investigador Raúl H. Asensio, la presencia de los privados para administrar estos espacios es “un tema muy polémico”, debido a la “naturalización” que hay en nuestro país entre Arqueología-estudios del pasado-puesta en valor del patrimonio-Estado.
Ciudad de huacas y más
Lima, la ciudad milenaria; la urbe de las huacas. Ad portas de cumplir 484 años de fundación española, la capital tiene un capital cultural precolombino representado por 431 huacas reconocidas como Patrimonio Cultural de la Nación. Algunas tiene una antigüedad de 4,000 años. Sin embargo, solo 27 han sido puestas en valor; la mayoría se encuentra en un estado de vulnerabilidad y olvido. Además, la capital también alberga lo mejor de la herencia precolombina del país. Desde los tiempos de Julio C. Tello (1880-1947), la “institucionalización” de la arqueología también toma a Lima como eje y los mejores descubrimientos de los centros arqueológicos, huacas y templos vienen a la capital en detrimento de los museos locales y regionales.
“Esta es otra singularidad peruana –explica Raúl H. Asensio-: La manera como se ha construido la Arqueología en el Perú tiene ese estilo en el que la puesta en valor se hace para beneficio de la nación y en una nación tan centralista como la nuestra, eso quiere decir en beneficio de Lima, generalmente, porque está la idea de que desde acá se debe construir el relato de la nación”, dice.
Dato
431 huacas en lima son Patrimonio Cultural de la Nación.