Desde el inicio del estado de emergencia, nuestra vida cotidiana ha cambiado. No solo eso, la desigualdad de nuestro país se ve reflejada cada día en televisión. Es como un curso de realidad nacional para quienes quieran ver más allá de su propia situación.
Ante un enemigo común la confianza en el líder aumenta. Eso ha sucedido en casi todos los países y Perú no es la excepción. La aprobación presidencial era 55% en febrero y subió a 80% en abril. Y es que sentimos que es hora de poner el hombro; por ello 65% cree que el gobierno está actuando mejor que el de otros países, pese a ser el segundo país en la región con más casos diagnosticados.
Sin embargo, cuando el encuestado puede dar más respuestas que un sí o no y evalúa la reacción del gobierno frente a la pandemia, la opinión se matiza: 18% la califica muy buena, 42% buena y 30% regular. Y la calificación es más positiva en los sectores socioeconómicos más altos, entre aquellos que ha visto menos afectada su economía familiar y entre los trabajadores dependientes.
La aprobación tiene relación directa con la emergencia. Se trata de un capital político no necesariamente tan sólido, que quizás se haya desgastado con ciertas medidas algo cuestionables por los efectos no deseados a que dieron lugar (aglomeraciones, por ejemplo).
Ministros y asesores tienen que ayudar a proteger ese capital político presidencial, que puede disminuir. Pues pese a cualquier crítica al gobierno, el país vive momentos complicadísimos y el liderazgo del presidente debe mantenerse para sobrellevar lo que aún está por venir.