Lee la columna de Matín Tanaka, investigador principal del IEP, escrita para El Comercio► https://bit.ly/3qJh7dh
(Foto referencial: EFE)
La semana pasada escribí sobre el “caviarismo”, un término denostativo de uso cada vez más extendido, lo que da cuenta, decía, del grado de polarización en nuestra comunidad política, del pobre nivel de nuestro debate público, de la extensión de la descalificación como argumento, de lo conservadora que se ha vuelto nuestra élite política. Desde las páginas de “Expreso”, Ricardo Vásquez Kunze escribió una réplica, planteando temas que podrían ser de interés de los lectores, reivindicando al conservadurismo como “único dique racional contra la irracionalidad y superstición caviar”.
Pero existe un tema más de fondo que es importante discutir. Desde hace algunos años, en todo el mundo, existe una reacción conservadora frente a banderas progresistas de ampliación de derechos y de sus mecanismos de protección. Expliquémonos. La democracia liberal como forma de régimen político se funda sobre los principios de igualdad y libertad; por ello, establece reglas de convivencia que buscan impedir la discriminación y, al mismo tiempo, preservar los derechos de las minorías. En tanto esta lógica está basada en derechos universales, la lógica de la democracia y de la defensa de los derechos humanos adquirió no solo la forma de una serie de garantías legales nacionales, sino también internacionales. En las últimas décadas, el propio ejercicio de los derechos democráticos ha llevado a una lógica de ampliación de los mismos sobre un amplio ámbito de aplicación. En todo el mundo, y también en nuestro medio, esta ampliación ha generado fuertes resistencias conservadoras. En particular, a Vásquez parecen incomodarle los derechos asociados al enfoque de género y a la identidad de género, al parecer porque irían en contra de “la naturaleza humana”, resultando una “construcción cultural e ideológica antojadiza”.
El problema es que se pretende hacer pasar la defensa de privilegios o exclusiones como meras diferencias de opinión. El enfoque de género y el derecho a la identidad de género están basados en una amplia legalidad internacional, así como en un amplio consenso científico. Pero estamos ante un problema serio si es que, por la resistencia que generan estas cuestiones, se pretende cuestionar el Sistema Interamericano de Derechos Humanos o la evidencia científica. Lamentablemente, a eso estamos llegando.