El Índice de Confianza Política (ICP), que publicaremos a partir de la fecha, revela cuál es el sentir de la población: estamos mejor que antes, pero la situación actual no es buena. Se tiene expectativas hacia el futuro, pero están declinando. Si bien el ICP recoge la percepción sobre el conjunto, lo cual incluye a todos los actores políticos, es plausible asumir que la leve declinación de las expectativas responde a las mismas variables que se reflejan en una ligera declinación de la aprobación presidencial.
En un país donde la anomia campea (véase los resultados sobre percepción de la corrupción que el IEP ha venido difundiendo desde diciembre) Vizcarra logró generar entusiasmo con su propuesta de reforma de la justicia. El momento intenso de esa narrativa ya pasó (el referéndum) y por delante quedan temas por resolver pero que tendrán menor impacto político.
La coyuntura estará marcada por Odebrecht y ahí el Presidente es más un acompañante del proceso que un propulsor. Ahí pierde brillo. Incluso, si bien se percibe como un intento de desprestigiarlo, algo más de la mitad de los informados consideran que Vizcarra ha mentido al negar que participó en una reunión con un empresario del club de la construcción.
Sin bancada ni partido y con un gabinete que poco ayuda en lo político las críticas comienzan a aparecer por diversos lados: quejas por el mal manejo de la emergencia generada por los huaicos, vinculación con la corrupción política (en un clima donde la confianza es frágil y la defensa de algunos políticos es volverla más frágil aún) y la percepción de que no hay ideas fuerza que entusiasmen ¿Dónde están?