A lo largo del tiempo, la ciudadanía peruana se ha caracterizado por un débil apoyo a la democracia como régimen de gobierno. Según el Barómetro de las Américas, desde el año 2017 este apoyo ha estado alrededor del 50%. El dato más preocupante es la satisfacción con el funcionamiento de la democracia en nuestro país, según el Barómetro de las Américas, en 2023, un 19% estaba satisfecho o muy satisfecho con la democracia (lo que nos ubicaba en los últimos lugares en América, solo por encima de Surinam y Haití). En la última encuesta del IEP solo el 13% está satisfecho con la forma en que funciona la democracia en Perú.
Como señalamos con Julio Carrión, la insatisfacción con la democracia está estrechamente relacionada con la performance del sistema político (https://bit.ly/3uj8MRm). Solo el 20% cree que los derechos básicos están protegidos. Y si observamos la forma en que se comportan dos de los poderes del estado, el ejecutivo y el legislativo, que tienen los porcentajes más bajos de aprobación, no extraña que solo la mitad de encuestados sienta respeto por las instituciones políticas y que haya aumentado el porcentaje de quienes justificarían medidas tan antidemocráticas como el cierre del Congreso o un golpe militar.
Sabremos a dónde mirar cuando no nos admitan en la OCDE, cuando crezca la inseguridad y el crimen organizado gracias a una legislación más laxa, cuando nuestra democracia en formación sea un fugaz recuerdo y nos parezcamos cada vez más a las dictaduras que varios legisladores dirían que rechazan.