Para los que creían que la aprobación a Vizcarra era un cheque en blanco con sabor populista, pueden ver ahora que el apoyo político en el país es más que feble, terriblemente circunstancial. ¿Qué ha pasado? Es indudable que hay un impacto motivado por el manejo del conflicto en Las Bambas.
El bajo nivel de aprobación de Vizcarra en el sur, en general; y la percepción negativa, que hay en esta zona, de la capacidad del gobierno para manejar los conflictos sociales (44%), son un claro indicador de ese efecto. El nivel de aprobación es menor en las ciudades del interior del país, en los de edad laboral más intensa (25 a 39 años) y personas de nivel socioeconómico D y E (la mitad del país se ubica en estos segmentos). Pero no hay que confundirse mirando solo lo inmediato. Como dijimos el mes pasado, el impacto de las propuestas anticorrupción cumplió su ciclo, y otras demandas históricas vuelven a escena.
Algo más del 70% del país pide mantener la lucha contra la corrupción (donde solo se ven avances a nivel del sistema de justicia, no en otros sectores) y demandan que, a la vez, se aborden los temas que hace rato se registran como reclamos sin vocero en el gobierno: lucha contra la delincuencia, mejoras en la economía (en particular mejora del empleo), calidad en los servicios de salud. El manejo de la migración venezolana parece estar impactando en más de uno de estos reclamos, especialmente en el interior. Un mayoritario 54% piensa que el gobierno no tiene un plan claro de desarrollo y el 64% que la economía crece poco o nada. Eso no es Las Bambas.