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El mensaje a la nación de 28 de julio es el lugar propicio para el “autobombo” gubernamental, mas no tanto para la autocrítica y la rendición de cuentas por parte del Ejecutivo. ¿Podríamos esperar algo distinto en el mensaje de Boluarte? Tendría que poder registrar en su discurso el peso de las demandas políticas y sociales que se imponen con fuerza en la agenda pública. Las protestas recientes han vuelto a relevar la postura ciudadana que exige la renuncia de la presidenta. En esa línea, sería razonable (mas no realista) esperar en el mensaje una propuesta concisa que haga alusión a lo que se comprometió: la convocatoria al adelanto de elecciones generales.
Pero es insuficiente. El mensaje sería un momento propicio para establecer culpabilidades, sanciones y reparaciones concretas en torno a las decenas de fallecidos y heridos a causa de no solo la represión desproporcionada de los militares y la Policía, sino como consecuencia de las decisiones políticas del gabinete de ministros.
Seguir gobernando de espaldas a la realidad implica desconocer la demanda ciudadana que exige la renuncia de Boluarte y una ruta hacia el adelanto de elecciones, y que guarda relación con cierto grado de impunidad del que gozan quienes forman parte de su administración; implica que la desazón política y social probablemente continuará aumentando; que las movilizaciones no cesarán y que, desde el terreno contrario, la coalición autoritaria proseguirá aunando esfuerzos para evitar cualquier desenlace contrario a sus proyectos particulares.