Si se miran las cifras en conjunto, tenemos por un lado, evaluaciones positivas de quienes son vistos apostando por el cambio y negativas de quienes se perciben con agendas alejadas de la demanda de hacer las cosas de manera diferente. Las evaluaciones del Presidente Vizcarra, de Villanueva y de los ministros se mantienen en buen nivel o han mejorado de manera notable.
Por el otro, están el Poder Judicial, la Fiscalía y el Congreso, atravesados por conflictos diversos y donde, a juzgar por los resultados que se publicarán en los próximos días, han sido afectados por la salida de Richard Concepción, en el primer caso; por el comportamiento de Chávarry en el segundo; y por la baja evaluación de los grupos parlamentarios. En el caso de Vizcarra es importante destacar que desde octubre del 2018 mantiene una evaluación semejante. Al menos por ahora, las críticas de un sector que lo ve como autoritario o lo relaciona con casos de corrupción no afectan su evaluación general.
Comparado con la situación de Humala o PPK a los diez meses de gobierno, su situación política está en mucha mejor ubicación. La mejora de la aprobación de Villanueva y los ministros puede ser efecto de lo que ocurre con el presidente y/o producto de la percepción de una mejor performance.
Más allá de los devaneos de la coyuntura, se observa, una vez más, que es fuera de Lima donde el nivel de satisfacción es menor y la crítica aumenta. Es muy interesante ver cómo funciona la lógica ciudadana. Si bien tenemos a un presidente con un alto nivel de aprobación, la gente apoya mayoritariamente el imposible jurídico de una investigación con relación al caso CONIRSA. Los encuestados no saben si era gobernador o no ni a quién finalmente se dio el servicio. El punto es que si hay sospechas sobre el comportamiento de un político, así sea el presidente, hay que investigarlo. Una actitud democrática justiciera que atraviesa hoy todo el ánimo social.
Publicado en La República el 27 de enero de 2019