Lee el artículo “The Millennials Guiding Latin American Economies In Crisis” para Americas Quarterly, con la intervención de Roxana Barrantes, investigadora principal del IEP ►https://bit.ly/3aFqVKD
- Foto: Miguel Yovera/Bloomberg
Por Brendan O’Boyle
Cuando la última crisis financiera mundial golpeó en el 2008, María Antonieta Alva era una joven de 23 años recién graduada de la universidad que trabajaba como asistente en el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) del Perú. Ahora, a los 35 años, dirige ese mismo Ministerio mientras América Latina se enfrenta a una contracción económica aún mayor.
Alva se convirtió en Ministra de Economía y Finanzas el pasado octubre —es la mujer más joven en ocupar el puesto—. Pero ‘Toni’, como muchos la conocen, no es la única millennial dirigiendo una economía latinoamericana en la tormenta que es el 2020. Otros incluyen al argentino Martín Guzmán, 37; al dominicano Juan Ariel Jiménez, 35; y al ecuatoriano Richard Martínez, 39. (El Ministro de Economía del dictador venezolano Nicolás Maduro, Simón Zerpa, tiene 37 años).
De ese grupo, Alva y Guzmán son los más nuevos en el trabajo. También se encuentran bajo la intensa presión de mitigar el daño causado por los aislamientos casi totales debido al coronavirus en Perú y Argentina. Ambos países se han ganado elogios por las medidas adoptadas para salvar vidas en medio de la pandemia, pero las restricciones extremas han hecho que sus economías se detengan de forma devastadora.
Tanto Alva como Guzmán han trabajado rápidamente para limitar los estragos. Alva anunció el 29 de marzo que Perú se preparaba para gastar 90 mil millones de soles (US$26.410 millones de dólares), o el equivalente al 12% de su PBI, en lo que llamó “una medida sin precedentes” para contener el coronavirus y recuperarse de las consecuencias económicas. El MEF realizará transferencias directas para apoyar a los hogares pobres, aplazará los pagos de agua y electricidad, creará un fondo para las pequeñas y medianas empresas y tomará una serie de medidas de reducción de impuestos.
“Me ha impresionado mucho la comprensión de Alva de los problemas y de la gravedad de la situación, su conocimiento sobre las alternativas de políticas públicas y su criterio para elegir entre ellas», dijo a AQ Roberto Chang, profesor distinguido de economía de la Universidad Rutgers.
Guzmán, en cambio, tiene menos espacio para maniobrar. Mientras que el Perú tenía la menor relación deuda/PBI entre las principales economías latinoamericanas antes de que el virus golpeara, la de Argentina era de alrededor del 90%. Aún así, mientras comparte algunas funciones de la cartera de un ministro de economía tradicional con Matías Kulfas, Ministro de Desarrollo Productivo de Argentina, Guzmán ha presentado un plan para responder a la crisis.
“Alva, junto con el Banco Central, está respondiendo con determinación y fuerza. […] Lo que queda por ver es cómo funcionará —o no— esa relación con un Congreso nuevo, fracturado y que incluye a varios personajes controvertidos y cuestionables”.
Roberto Chang, profesor distinguido de Economía de la Universidad Rutgers
En total, el conjunto de sus propuestas costará el 1% del PBI de Argentina, según el FMI. Entre ellas están las transferencias de efectivo a los sectores vulnerables de la población, la ampliación del seguro de desempleo, el control de precios, el aumento del gasto en obras públicas y la asistencia a las pequeñas y medianas empresas, incluyendo exenciones de las contribuciones a la seguridad social.
“Para dar liquidez a nivel global, debemos usar todas las medidas económicas a nuestra disposición, y experimentar con otras que se les podrían añadir”, escribió Guzmán en un artículo de opinión el 27 de marzo.
Aunque ministros jóvenes como Alva y Guzmán atraviesan el espectro ideológico de América Latina, los expertos que hablaron con AQ argumentaron que comparten algunos rasgos, incluyendo un enfoque pragmático y una familiaridad con la crisis que puede ayudar a compensar su relativa falta de experiencia en la elaboración de políticas.
“Una ventaja básica de los jóvenes economistas profesionales de América Latina es que están involucrados en los debates políticos desde el principio de sus carreras”, dijo José Antonio Ocampo, profesor de la Universidad de Columbia y ex ministro de finanzas de Colombia. “Es una característica de la profesión aquí”.
El hecho de comenzar sus carreras en torno a la crisis de 2008 también empujó a los economistas de su generación a pensar fuera de los rígidos confines de la doctrina económica convencional, afirmó Joseph Stiglitz, economista ganador del Premio Nobel y profesor de la Universidad de Columbia.
“Entre los jóvenes, en particular los jóvenes proveniente de mercados emergentes y de países en desarrollo, la creencia de que los mercados siempre eran eficientes y estables se hizo realmente añicos”, declaró a AQ Stiglitz, quien ha trabajado estrechamente con Guzmán.
Tanto Alva como Guzmán ascendieron a sus cargos en medio de crisis: Alva en medio de una política, después de que el presidente Martín Vizcarra disolviera su gabinete y el Congreso de Perú en octubre, y Guzmán en medio de una económica. Guzmán alcanzó la mayoría de edad durante el colapso económico de Argentina en 1998-2002, fue estudiante de posgrado en los Estados Unidos durante la recesión de 2008, y su tesis doctoral se tituló “Las causas y efectos de las crisis financieras”.
En diciembre, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, encargó a Guzmán que liderara las negociaciones con los tenedores de bonos y que sacara a Argentina del borde de un abismo financiero inducido por la deuda. Después de su designación, la reputación de Guzmán como moderado tranquilizó a los mercados a pesar de su enfoque económico heterodoxo.
La ventaja de Guzmán, dijo Stiglitz, es su comprensión de las frecuentes crisis financieras de Argentina —y su conciencia de que los mercados son más desordenados de lo que la teoría convencional supone—. “Creo que eso le dio pragmatismo así como las herramientas teóricas para pensar en las circunstancias de Argentina de una manera realmente rigurosa”, argumentó Stiglitz.
Por su parte, Alva también ha demostrado en los últimos días que está dispuesta a hacer lo que las circunstancias exijan, aunque su propia filosofía económica —y la situación fiscal de su país— es diferente a la de Guzmán.
“Es una ortodoxa pragmática”, dijo a AQ Roxana Barrantes, profesora de economía de la Pontificia Universidad Católica del Perú e investigadora principal del Instituto de Estudios Peruanos.
“En este momento de crisis en el que vivimos, por ejemplo, no tiene ningún problema en recurrir los recursos que el Perú ha ahorrado”, explicó Barrantes. ““Es que no tiene miedo a implementar medidas que si las implementa un izquierda lo van a acusar de ser populista”.
Por supuesto, no hay garantía de que los pasos que han dado Alva y Guzmán eviten el desastre económico. En este momento, Argentina debe presentar un plan para reestructurar unos 70,000 millones de dólares de deuda externa, y salvo que se produzca un postergamiento de última hora, está previsto que pague 225 millones de dólares de intereses el 31 de marzo. Guzmán ha dicho que Argentina necesita “un alivio sustancial de la deuda”.
“La economía argentina ya estaba en una situación desesperada”, dijo Nicolás Saldías, un investigador del Proyecto Argentina del Wilson Center, dijo a AQ. “Esta crisis llegó en un momento en que el único recurso del gobierno es imprimir dinero. Y todos sabemos lo que pasa cuando se imprime dinero”.
En el Perú, donde hay más espacio fiscal para amortiguar el golpe de una cuarentena nacional, persisten las dudas sobre si la rápida acción de Alva —y la enormidad de la crisis en ciernes— será suficiente para superar el embrollo de la política peruana.
“Alva, junto con el Banco Central, está respondiendo con determinación y fuerza”, comentó Chang. “Lo que queda por ver es cómo funcionará —o no— esa relación con un Congreso nuevo, fracturado y que incluye a varios personajes controvertidos y cuestionables”.