Arqueólogos: ¿héroes de la identidad nacional o supresores de identidades locales?

Nuestro investigador principal Raúl Hernández Asensio elabora un análisis crítico sobre la valoración que se le ha dado a los arqueólogos como los únicos capacitados para construir la historia nacional.

Si bien su fama actual se debe sobre todo a Julio C. Tello, Chavín de Huántar despertó interés desde mucho antes, gracias a descripciones de viajeros del siglo XIX, como es el caso de Antonio Raimondi. Estos primero viajeros y arqueólogos, interesados en “rescatar” la riqueza Chavín, demandaban la intervención estatal de acuerdo al modelo de arqueología predominante en esa época, centrado en la idea de en reunir los restos materiales más importantes de cada cultura para elaborar un único relato de la nación. Este enfoque insistía en que los pobladores locales no contaban, ni con la actitud, ni con los conocimientos adecuados para preservar y gestionar los monumentos, y convertirlos al mismo tiempo en símbolos de una identidad nacional.

Sin embargo, esta visión es solo una parte dela realidad.  En paralelo al auge de la arqueología oficial, los pobladores de Chavín no sólo incorporaron piezas arqueológicas en sus casas y espacios públicos, sino que las autoridades locales incentivaron  incipientes procesos de puesta en valor.  Es decir,  no solo se apropiaron de los restos del lugar sino que en torno a ellos construyeron su identidad y orgullo locales.

CABEZA-CHAVIN

Foto: Amauta Cuna de Historia

¿Por qué entonces Raimondi y Tello indicaban lo contrario? ¿Qué motivó a Tello a asumir dicha postura? ¿Finalmente, por qué nunca se materializó la construcción de un museo local? En su artículo “Las piedras suplican auxilio. Arqueólogos, huaqueros y autoridades locales en Chavín de Huántar (1870-1945)”, publicado en la Revista Histórica de la PUCP, nuestro investigador principal Raúl Hernández Asensio elabora un análisis crítico sobre la valoración que se le dio a los arqueólogos como “héroes culturales”, proclamados como los únicos capacitados para construir la historia nacional, en detrimento de la apropiación del patrimonio y la construcción de identidades locales.

El texto aborda con detalle las relaciones entre arqueólogos, especialistas locales, huaqueros, viajeros, intelectuales regionales y autoridades políticas que participaron en el estudio y preservación de Chavín de Huántar. Asensio señala que se trataría, en el fondo, de un proceso de apropiación del patrimonio donde estaban en tensión los objetivos, estrategias e intereses de cada grupo. Estos discursos y prácticas configuraron la etapa inicial de la arqueología en el Perú y en buena medida se mantienen subyacentes hasta la actualidad.

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